El entrenamiento

Por: Juan Manuel Orozco Santa

La tarde con un cielo azul y la cancha sintética recién arreglada combinaban a la perfección, daban paso a lo que sería una actividad brillante. Eran las 5:00 p.m. y los jóvenes jugadores ordenaban su uniforme azul y blanco para luego ponérselo, el ambiente era fresco y los futbolistas se preparaban para lo que sería una ardua jornada. El profesor, los balones, los conos y los guayos son un conjunto de elementos importantes en el desarrollo de un entrenamiento de un equipo que fue revelación, todo tiene que ir de la mano, es como el pincel, la pintura, el lienzo y el pintor, si no hay alguna pieza de estas nada va a salir de la mejor manera. Unos tiros desde el punto del penal son motivo de charla y de angustia a la vez, si erras, pagas una penitencia, si conviertes y ganas te llevas un premio, es un ejercicio que impulsa a los jóvenes a competir al máximo por una recompensa, es una enseñanza del Profesor Juan Perea: “si damos el 100% en cada partido, al final del camino se van a notar los frutos recogidos”. Ver el cambio de la luz del sol en una cancha de fútbol es algo magnífico, puedes ver la sombra del balón como se hace cada vez más intensa, es un escenario perfecto para conquistar a una bella dama, el cielo, los arreboles y las luces tiene un componente elegante. El artista del balón muestra como es la técnica de como se le debe de dar a la caprichosa, dos pasos muy sencillos, algo parecido a un beso de amor. La fruta y la hidratación son componentes esenciales para una persona del común, en este caso, los futbolistas del equipo más aguerrido del barrio tienen una norma muy clara, si no llevas liquido ni fruta no puedes entrenar, ¿algo muy simple no? Las luces led de la cancha daban la señal que eran las 6:30 p.m. era la hora de la elongación de los músculos, el estiramiento en el máximo esplendor después del ejercicio es clave para una buena rutina de entrenamiento, la noche caía y los jugadores estaban agotados como si fuera la última batalla de la guerra.